La vida son momentos, anhelos, recuerdos. Esos instantes que se forjan en el corazón y que son imperecederos.
Llegué al lugar que indicaba la carta, una pequeña cafetería en una calle escondida. Encontré una mesa reservada, con un Café humeante. Me senté justo en el instante en que la Canción "secretos de sangre" susurraba anhelos en el aire. Miré a mi alrededor, buscando a alguien que encajara con la descripción. Mis ojos se posaron en una silueta, cuyo vestido negro y pamela roja llamaban la atención de los presentes. Su mirada y la mia se encontraron, y de sus labios brilló una sonrisa enigmática.
«Has llegado», dijo ella, extendiéndome una carta sellada.
Con manos temblorosas, rompí el sello y comencé a leer, ansioso por descubrir mis verdaderos orígenes.
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