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lunes, 25 de marzo de 2013

Mientras el pueblo aguante…



No siempre lo esencial es invisible para los ojos. Hemos nacido en una dictadura y crecido en una democracia. Lo grotesco de todo esto es qué el estadillo de la corrupción ha provocado el desánimo general y la desconfianza total hacía los políticos y quienes nos gobiernan...

La soledad ante el cruel espejo que refleja este inestable mundo, que afronta la serenidad de un país de lobos ávidos de poder; gobernados por los corruptos de quienes suculentamente se han zampado casi todo el pastel, con un solo nombre: mezquinos.

¡La añoranza del anhelado puesto de trabajo!

Aún recuerdo una época de apetitosos manjares llena de incentivos, de sobres a escondidas y reuniones en la oscuridad y el silencio de un despacho, hoy... recibimos el postre de aquellos lobos carroñeros que se nos sirve en la bandeja de los corrompidos; la miseria acecha inapelable.
La sangre bombea, la vida se queja y la vanidad de los poderosos se tambalea.



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