Era
un atardecer gris, a causa de las nubes que cubrían el cielo. No pude ser más
paciente, mientras me encontraba en la cola de la frutería y escuchaba con
interés una conversación. La dependienta hablaba con una clienta sobre Rajoy y
el vergonzoso caso de Rodrigo Rato. Permanecí atenta al razonamiento qué las
dos señoras argumentaban y al llegar a casa cogí mi pluma y escribí está
reflexión.
La
pasividad es mala consejera, he oído en un sinfín de ocasiones. Otros te dicen;
me dan ganas de prenderle fuego a todos… yo les escucho en silencio ante tal
demostración de furia. Pero la violencia no es la solución. Quizás si todos
estos impresentables que han robado el dinero público y que nadie sabe a dónde
fue a parar, terminaran con sus huesos en la cárcel, tendríamos motivos para no
fruncir el ceño.
Me
sobrecogen esos comentarios, aunque no por ello deje de entenderlos. Lo peor de
todo es tener la sensación de que estamos ante una imagen de conexión caótica.
En
la cúspide del poder el gran presidente y sus lacayos sumisos que aplauden con
ímpetu los recortes, incluyendo aquella cabra que osadamente se atreve a decir;
¡qué os jodan!
El
rebaño se reúne para proteger su ganado, ante cualquier ataque de los lobeznos,
del bando contrario. Los ciudadanos son arrasados por las llamas del abandono ante la indiferencia del más villano
de los gobernantes, que absurdamente gira la vista hacia otro lado, apoyando a
los que desvían capital, desgarrando con crueldad el bienestar de las familias.
Un
gobierno lleno de errores ortográficos… ¡No tocaré los impuestos! argumentó con
orgullo en un capítulo de campaña de absoluta desfachatez. Y acto seguido
borrón y los impuestos suben de tal forma que promete llevarnos al caos de la
desolación.
¿A
quién le importa el ciudadano?
Parece
un sueño del que nos es imposible despertar. El embrujo de la llamada
democracia, ha conseguido de un plumazo, devolvernos a la década de los años
60, perdiendo todas las mejoras obtenidas a base de mucho esfuerzo.
¿Cuándo
pagaran los que tienen que pagar? ¿Hasta cuándo podremos soportarlo?
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