La
vida urbana puede llegar a ser insostenible, acosada por el flujo de la vanidad
que domina los tributos.
Parecemos
carne de mercado, en manos del dios del Olimpo. Somos espectadores impasibles entre un duelo de
titanes. Dónde el gran Poseidón con su enorme tridente impone sus leyes.
No
importa si el sustento sale del ser necesitado, ni si la soga del hambre le
ahoga más y más. No interesa si somos fragmentados. Entre el bienaventurado y
el desventurado ya no hay término medio.
Las
familias observan impotentes la precariedad de sus familiares y conocidos,
llevándoles al límite de la resignación.
Las
estrellas brillan en el paraíso del adinerado, dónde el poderoso piano, toca
continuas notas que salen de los sueños del ser necesitado.
El
dios del Olimpo contempla al ser humano y esconde su pecado con una sonrisa en
los labios.
Observamos
conscientes como el poder autoritario estalla como un volcán. Aflora un suceso
tras otro, dónde el único fondo és la libertad de expresión…
Me
pregunto sin remedio… ¿Qué pasará en
tiempos venideros?
Nuria
de Espinosa
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