El delicado compás de la música
surge como una suave ráfaga
de viento,
provocando, un escalofrío
que recorre mi cuerpo.
Cierro los ojos
y me dejó llevar por la melodía,
que envuelve una suave bruma,
de recuerdos.
En ese instante,
mi mente,
teje los hilos del pasado,
recordando la calidez de tus manos.
Tu sonrisa. Tus besos.
¡Tantos sueños! ¡Tantos proyectos!
Qué la vida caprichosa se llevó.
Y La música continúa, invadiendo,
mi cuerpo,
mientras no logro
contener las lágrimas,
que caen por mis mejillas,
en una mezcla de melancolía
y sueños desvanecidos,
qué se mezclan en una amalgama
sinfónica de sentimientos.
Y me refugió en mis recuerdos,
sabiendo, que tu amor,
nunca se disipará con el tiempo,
porque aún late en mi corazón,
como un eco perpetuo en el alma,
impregnando cada rincón de mi ser.
Y respiró profundamente;
sabiendo que el destino me ofrece
la oportunidad de reconciliarme
conmigo misma,
sin cerrar este capítulo del pasado
que necesito rememorar cada año,
para vivir cada amanecer
con la dignidad de ser atesorado
en mi corazón.
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