Todo cuánto tengo
no te lo debo a ti.
De ser así, ya estaría
en el infierno:
Ese infierno imperfecto
e imperecedero.
Donde no hay magia,
ni amor, ni sueños,
solo demonios y muertos.
Ahí, puedes arder
entre el grito desesperado
de los que han pecado.
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