Sobre el puente de la villa negra descubro y siento que no hay huellas en el universo.
Me amenazó con que iba a comprar una pistola. Le grité que estaría preparado y le avisé que perdería su trabajo si no dejaba esa absurda idea.
—Cancelaré la fábrica de munición si insistes en tener un arma en la oficina. Las amenazas recibidas deben ser fruto de algún pirado, no creo que sean reales, y además tampoco van a entrar a tu despacho a matarte.
Agachó el rostro cabizbajo. Sin decir palabra entró en su oficina. Decidí no darle más vuelta y regresar a la tarea que había dejado. Al instante oí un sonido bastante peculiar. Giré el rostro. Alguien corría escaleras abajo.
Cuando entré en el despacho de Pol mi corazón se detuvo. Tirado en el suelo, un charco de sangre formaba un círculo al rededor de su cabeza.
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