Seguidores

sábado, 7 de diciembre de 2024

La maceta

 


        Concurso El tintero de oro 


Los vecinos hablaban sobre el demonio del cuarto. Una mañana cansado de los chismorreos pregunté a mi abuelo sobre aquella leyenda. 

—Todo empezó hace muchos años, un día en el que la fatalidad quiso que Don Julio pasara por debajo de aquella ventana, en el momento preciso en que la maceta que tomaba el sol sobre la cornisa, cayera desde el cuarto piso para aterrizar sobre la cabeza de Don Julio, cayó en redondo sobre la acera.

La inquilina del piso corrió escaleras abajo gritando, ¡Ay, dios mío! ¡Ay, dios mío!

Cuando el edil abrió los ojos, sonrió, a pesar de que su frente estaba cubierta de sangre y tuviera un chichón que parecía a punto de explotar.

 —Señor, señor, ¿se encuentra usted bien? —preguntó la mujer asustada.

He contemplado al demonio, —contestó llevándose la mano a la cabeza. La mujer puso una cara extraña.


Le miró, frunció el ceño, cogió la maceta medio rota que yacía en el suelo y se la estampó en la cabeza. —Llamarme a mi demonio, abrase visto el muy descarado, —farfulló mientras se marchaba.


Don Julio quedó atónito. Se dijo que aquella mujer estaba loca, pues él se refería a que los pocos segundos que permaneció en estado inconsciente creyó que estaba en el mismísimo infierno, sin embargo le quedó claro que el infierno era aquella mujer.


 Desde aquel día, empezó la leyenda de la maceta y el demonio que la custodiaba, pues cada día una maceta permanecía intacta en el alféizar de la ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No es osadía

  Desde la alta loggia, alzando los ojos al firmamento esmaltado de astros, la mujer prorrumpe con grave sonoridad: Perdón, perdón te demand...