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lunes, 28 de septiembre de 2015

Soledad


Amanecía lloviendo
y lloraba mi alma, 
con la lluvia
que lo empapaba todo.

Una cruel borrasca
inundaba la soledad
y aquellos sentimientos
de secretos más profundos.

Observé la lluvia
rugir en mis entrañas, 
destrozando hilo a hilo, 
la tela que me resguardaba.

Insensible tormenta
enigmática y cálida,
que oscura se impacientaba.

Al fin, amanecía,
lloviznando en el pasado,
y una suave brisa 
aclaraba los nubarrones
que se impregnaban
con los rayos del sol.
© Nuria de Espinosa

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