La
auténtica imaginación debe preceder a la existencia en el mundo. Todo aquello
que no se ha imaginado, no existe. La imaginación rescata a la realidad del
inefable reino de los fantasmas. Como los edificios imaginarios del país de las
maravillas, la fortaleza de Atlantis y la isla de Robinson Crusoe se
solidifican en la realidad de la imaginación.
Lugares
que visitamos con la mente, pero no con el cuerpo. Nuestra geografía imaginaria
es infinitamente más extensa que la del mundo real, ya que no se podrán
encontrar en ningún mapa.
Tengo
la sensación de que los verdaderos lugares quedaron anegados bajo la Atlántida,
junto al submarino de Nemo o sobre las ruinas de Ítaca, tierra de Ulises.
Y
entonces podríamos preguntarnos ¿Y si la tierra, fuera de color naranja?
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