Los
días se suceden uno tras otro. Nada cambia a tu alrededor.
¿Cómo
sentir alivio cuando la tristeza abraza a tantas familias desamparadas? La
pobreza se instaló en sus vidas casi sin darse cuenta; y el péndulo del tiempo
sigue inexorable su curso.
Y
en cada nuevo amanecer que la vida me concede, me pregunto cada mañana, tras
haber pasado otra noche en vela, mientras observo la luz del alba; como podría
calmar la inquietud que mi alma conlleva.
Hoy
tal vez me considere privilegiada, pero… ¿Y si mañana la traición del desamparo
me abrigara y todo lo que me rodea pasara de un extremo a otro?
Deberíamos
pensar en ello más a menudo, nadie está exento de que su vida de un giro de
ciento ochenta grados; ni que la mano del inquisidor te ofrezca el cobijo que
nadie desearía obtener, y que de un plumazo te deja sin trabajo, sin casa, sin
soporte…
Tendríamos
que permanecer prevenidos ante cualquier eventualidad; el ambiente tan caldeado
que nos rodea, amenaza con quemarnos a todos por igual.
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