Paradójicamente
las intenciones del ser humano, ante cuestiones de incomprensión, son propias
de un futuro incierto; no por ello menos extraño de lo qué pudiéramos suponer.
Vivimos
en un mundo sorprendente dónde los sueños son normales y en cierta medida
quiméricos. Es un tiempo de locura desterrada
a la imaginación. El estimulado diseño de una creación llena de
profundas grietas, estructurada por el comportamiento del ser humano.
La
vida adquiere un matiz turbador, reflejada por las buenas intenciones. Resulta
difícil vivir con normalidad, entre los sueños de aquel qué pretende cegar
nuestra atención, desviándola hacía las
sombras de un espejo opaco.
Ante
la singularidad de comprender que la
paradoja en el diseño forjado, no, nos és ajena, en estos tiempos dónde la
locura ya no és un espejismo, si no toda una convicción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario