Parece
un contrasentido el poco entusiasmo de nuestra existencia. El momento de
indignación colectiva o individual, ha postergado la ilusión a un cajón, dónde
hemos guardado el ánimo y la alegria.
La vida parece haber perdido todo contexto, relegando nuestras emociones a un oscuro rincón de tristeza. La impotencia, desconcierto y desesperación personal, que sienten algunas personas, provoca una atmosfera de autentica desesperanza.
Los motivos para sentirnos desencantados emocionalmente con la vida, son muchos en estos tiempos de desidia.
Pero no podemos quedar atrapados entre imágenes y sentimientos de pesimismo y desinterés.
A
pesar de parecer una contradicción y percibir el sentimiento de desanimo que
rodea nuestro entorno, un pensamiento me precede… ¡Todavía estamos a tiempo!
Coexistimos con la hipocresía del especulador mal intencionado, de la incongruencia del ladrón de guante blanco y la decepción de estos tiempos provocados por una mala gestión.
El tiempo avanza formando profundas arrugas en nuestra piel, pero consentir el desanimo y la desilusión, provoca profundas cicatrices en el alma, difíciles de curar.
Ser positivos a pesar de las dificultades, es complicado, lo sé, sobre todo cuándo te invade el desconcierto del paro y no le ves salida a tan dura situación...
pero
siempre habrá un resquicio para la esperanza e ilusión.
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