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viernes, 2 de noviembre de 2012

Añoranza… ¡Silencio, por favor!


La vida urbana despierta invadida por el continuo flujo del tráfico, el claxon de los vehículos, el ensordecedor ruido de la mayoría de motocicletas, y la música alta de muchos de los vehículos… uff… es agotador imaginarse el gigantesco globo de ruidos en el cual reside la ciudad.
Suena el despertador y ya comenzamos a sentirnos agobiados. Si pensamos sobre el tiempo que dedicamos para nosotros mismos, durante las veinticuatro horas que tiene el día, terminaríamos sumidos en un estado de pura consternación.
Nuestra mente es continuamente atacada con bombardeos acústicos que alteran nuestra percepción y estresan nuestros oídos. Hubo una época en que eran muchas las personas que huían de los pueblos en busca de una vida mejor en la  gigantesca  y atrayente ciudad.
Sin embargo ahora añoran el embriagador silencio que albergan los pueblos. La calma de los amaneceres iluminados por la calidez de los rayos de sol, el olor de la hogaza de pan recién hecho y el agradable griterío de los niños jugando en la plaza del pueblo…
Sí… ¿Quién no añora, aquella paz, aquella calma matinal, aquella vida sin estrés?
Yo, por supuesto que sí.
Nuria de Espinosa

2 comentarios:

  1. que recuerdos más bonitos me has traído, incluso el olor de esa hogaza de pan. Graciassssssssssssss

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